Con sus “sabores ancestrales”, Manabí (Ecuador) será la ‘Región Gastronómica Mundial 2026’

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, 19 may (EFE).- El chocolate orgánico, el café, los chifles, los dulces y la crema de maní, entre otros productos típicos, hicieron que la provincia ecuatoriana de Manabí sea elegida como la ‘Región Gastronómica Mundial de 2026’, un reconocimiento cuyo prefecto, Leonardo Orlando, anticipa que permitirá impulsar la proyección internacional de la gastronomía manabita, una de las más afamadas de Ecuador.

“Para Manabí supone un mundo de oportunidades”, indicó en una entrevista con EFE Orlando, que ve en esta distinción la posibilidad de “desarrollo sostenible, intercambios de experiencias, promoción del turismo y puesta en valor nuestros activos naturales, producción, gastronomía, cultura e identidad”.

El reconocimiento se dio en el concurso ‘World Food Gift Challenge’, organizado recientemente en Sicilia (Italia) por el Instituto Internacional de Gastronomía, Cultura, Artes y Turismo (IGCAT), que premia a los mejores productos artesanales alimentarios del mundo, con un enfoque en sostenibilidad, innovación con identidad y apoyo a los pequeños productores.

Manabí, que quedó en el primer lugar de un total de 19 regiones participantes de todo el planeta, seguida en segunda posición por Trondheim-Trøndelag (Noruega) y Aseer (Arabia Saudí).

Canasta de “sabores ancestrales”

La provincia ecuatoriana, conocida por platos tradicionales como su ceviche, corviche (puré de plátano verde relleno), viche (sopa de mariscos con maní), tonga (guiso envuelto en hojas de plátano) o encebollado (sopa de pescado con cebolla), participó con una canasta artesanal tejida en Montecristi con “sabores ancestrales” que proponía “una verdadera ofrenda y experiencia sensorial con productos que sintetizan la herencia viva de esta región milenaria”.

En la canasta había chocolate con cacao orgánico de la comunidad de Piedra de Plata; café de Jama; chifles de Portoviejo, licor artesanal de pechiche, crema de maní con chocolate orgánico desarrollada en el laboratorio culinario Iche; los dulces tradicionales de Rocafuerte, y el libro ‘Manabí, gastronomía milenaria. 200 recetas, sus relatos y secretos”.

Ese conjunto de elementos gastronómicos conectaba los sabores, texturas y saberes de Manabí desde sus raíces precolombinas —Valdivia, Jama Coaque, Manteño— hasta sus expresiones contemporáneas e innovadoras.

“Lo que hemos puesto en valor en esta pequeña canasta, con productos tradicionales y muy nuestros, reflejan nuestra capacidad de evocación productiva, enfocada en la sostenibilidad y en las buenas prácticas agroalimentarias”, señaló Orlando para reivindicar el patrimonio gastronómico y el potencial internacional de la cocina tradicional de Manabí.

Sostenibilidad e innovación

El prefecto enfatizó la importancia que para la gastronomía manabita tiene la relación con los pequeños y medianos productores, la sostenibilidad, la innovación y el valor del trabajo de la mujer en estas cadenas productivas.

“Para nosotros es muy importante también el fortalecimiento de las redes de pequeños productores a nivel asociativo y de la producción orgánica”, comentó la autoridad provincial.

Entre los productos alimenticios más representativos de Manabí, Orlando destacó también al camarón, que presenta “una textura, color y sabor único” al crecer en la línea ecuatorial, así como otros alimentos acuícolas como las ostras o la concha prieta.

También mencionó la producción de chifles (láminas de plátano frito) con el plátano barraganete, además de otros productos elaborados como los licores de pitahaya, café y cacao y el rescate del licor de pechiche, “que se estaba perdiendo”.

Un patrimonio a preservar

“Vamos a preservar y proteger nuestro patrimonio gastronómico”, reiteró Orlando, pues él ve una gran oportunidad para desarrollar el turismo gastronómico sostenible en la provincia.

El prefecto de Manabí también remarcó las “alianzas estratégicas” con universidades para impulsar las escuelas de turismo y gastronomía, con “proyectos que también van a involucrar el apoyo de la cooperación internacional y también de los organismos multilaterales de financiamiento”.

El IGCAT entregará a finales de junio de manera oficial la distinción de ‘Región Mundial de la Gastronomía 2026’ a Manabí, que celebrará un festival gastronómico con motivo de ello, mientras que para finales del año próximo año acogerá un congreso gastronómico internacional, donde se entregarán premios a las mejores producciones audiovisuales sobre gastronomía.

(c) Agencia EFE

El Horno Manabita: Un Legado Ancestral de la Cocina Ecuatoriana

El horno manabita, conocido también como fogón manabita, es un símbolo de la riqueza culinaria y cultural de la provincia de Manabí, Ecuador. Este instrumento tradicional ha sido utilizado durante siglos en la preparación de platillos emblemáticos de la región, preservando tanto las técnicas ancestrales como los sabores únicos de su gastronomía.

¿Qué es el horno manabita?

El horno manabita es una estructura artesanal construida principalmente con barro, piedras y en ocasiones ladrillos. Su diseño permite una cocción uniforme gracias al calor retenido en sus paredes, lo que aporta un sabor distintivo a los alimentos. Funciona con leña como combustible, lo que refuerza su conexión con la naturaleza y el entorno rural.

Uso en la gastronomía rural

En las zonas rurales de Manabí, este fogón sigue siendo el corazón de las cocinas familiares. En él se preparan platos icónicos como el pan de almidón, las tortillas de maíz, y el inigualable seco de gallina criolla. También es esencial para la elaboración de dulces tradicionales como los rosquetes y las empanadas de verde.

El proceso de cocción en el horno manabita es lento y meticuloso, lo que permite que los alimentos adquieran texturas y sabores imposibles de replicar con métodos modernos. Además, su uso fomenta la reunión familiar, ya que muchas recetas requieren la participación de varios miembros de la comunidad en su preparación.

Un vínculo con la herencia cultural

Más que un simple instrumento de cocina, el horno manabita es un símbolo de identidad cultural para las familias manabitas. Representa la resistencia de las tradiciones frente a la modernización y la importancia de los saberes ancestrales en la construcción de la memoria colectiva.

A pesar del avance de las tecnologías modernas, el horno manabita sigue siendo una pieza fundamental en la vida rural. Su uso no solo preserva los sabores auténticos de la región, sino que también conecta a las nuevas generaciones con sus raíces, garantizando que este legado ancestral perdure en el tiempo.